Hacienda Santiago Ovando

Relato

Relato Hacienda Santiago


Octavia ve a su hermano a lo lejos y avisa a Porfiria que se acerca y ya se puede calentar de comer! Empezaba a oscurecer y ya tenían mucha hambre, las mujeres estaban luchando con el humo del olote al arder cuando al voltear ve al niño con las manos rojas llenas de sangre seca, lágrimas en las mejillas y las comisuras de los labios jaladas hacia abajo.
Porfiria sorprendida suelta el cajete de la sal y corre a el, lo toma por los hombros y con angustia pregunta:
-QUE TIENES CHAMACO? QUE TE PASO?
Con frenesí busca en sus manos la herida y hasta que lo voltea ve la espalda llena de sangre. Lo lleva al cuarto y quita la camisola, toma agua de la cubeta de afuera y enjuaga con cuidado, lo acuesta en la cama y ve la salpicada de postas por toda la espalda, los pequeños balines no entraron mucho, de hecho muchos se ven y Porfiria toma uno de los ganchos con los que hace sus bordados y empieza a retirarlas con cuidado escuchando el sollozar y quejidos del niño. Octavia llevó un plato para poner los proyectiles y ayudaba a ubicar los que se pudieran sacar fácil, la hermanita con un trapo que le dió Porfiria limpiaba la sangre que salía de algunos pequeños agujeros en la piel.
-Quien jué? Quien te dió chamaco?
-... No sé!... A lo mejor un cazador que no me vió o me confundió con un animal!
-Mmmmm!... Seguro jué ese viejo menso tuzero que ti dije no jueras a ver!
-No!... Deveritas no sé quién jué!
-Siquiera no te entraron las moniciones más pa' dentro porque te mueres!
-Ese que corrí antes de...
-No que no vites quien jué?
- ... No... No vi!
-Te haces menso chamaco que no sabes! ... Me vas a dicir o me voy de enojar!
-Nomas sentí mi espalda como que me picaron hartas abejas y me caí, aluego creo que me ganó el sueño y cuando desperté hasta ya se estaba metiendo el sol. No vide otra cosa señora!
-Pos a ver mañana cómo amaneces porque esto se ve feo!
-Me duele harto!

Cuando Porfiria no veía más postas enjuagó con nejayote, lo que calmó el sangrado, acostó al niño boca abajo y todos durmieron sin cenar ya que nadie quedó con apetito. Como una madre preocupada Porfiria checaba al niño a cada momento por toda la noche, como a las 4:30 notó que la temperatura subía y sudor frío en su frente, sabía que eso no era bueno! Salió en busca de uno de los vecinos y tocó en su puerta, era la hora de salir al molino por lo que la esposa salía en ese momento, sin explicar Porfiria solo se limitó a pedir su carretilla prestada. Ella se la facilitó y Porfiria puso una cobija cubriendo la batea fria, con mucho esfuerzo cargó al niño y lo puso ahí, despertó a Octavia para decirle que llevaría a su hermano al doctor y empezó la caminata con el niño cobijado acostado en posición fetal temblando y sudando.
Octavia se levantó y sin saber que hacer decidió no ir a la escuela! Tomó una canasta y fue a buscar flor de calabaza para hacer el desayuno para cuando llegaran. Porfiria que llevaba la carretilla empujando hacia un tercer descanso de un par de minutos! Sudaba y el rebozo que cubría su cabeza lo bajó hasta su cuello. Cuando reanudó el viaje lo hizo más rápido pues el niño se quejaba dolorosamente.
Octavia ponía un té cuando el encargado llegó, detuvo la camioneta frente a la casa y entró a la cocina como siempre tomando asiento, la niña sabiendo cuál era la rutina puso a calentar frijoles y sacaba un par de tortillas del día anterior para calentar. El encargado volteó un par de veces hacia la puerta.
-Onta la viejilla?
- Se jué temprano a llevar mi hermano al doitor!
-Ah!... Que le duele?
-La espalda!
-Ah de ser de frío!
-No creo! ... Debe ser todos los fierros que le sacó!
-Los que?...
La niña fue al cuarto por el plato que tenía las postas y se lo puso enfrente!
-Estos!
Gumersindo de inmediato los reconoció y se levantó como impulsado por un resorte. Salió a toda velocidad de la hacienda en la camioneta ante la sorpresa de los vecinos que se acercaban con Octavia para saber que había pasado.
En San Marcos, ahora llamado R.L.Grajales, estaba estaba estacionada la carretilla fuera de la casa del doctor Esperón y Porfiria esperaba en el jardín que servía de sala de espera mientras el médico estaba con el chico. Llegó Gumersindo como un loco a paso veloz y entró encarando a Porfiria.
-ONTA MI CHAMACO?
-Ahi dentro con el doitor! Me dijo que me esperara...
-QUIEN JUE? ...
-No me quiso dicir! ... Quesque no sabe! ...
Salió el doctor y el primero en atender fue Gumersindo!
-Ya está bien el niño! Tenía varias postas todavía en la espalda, la nuca y cabeza, vino con la infección por lo mismo pero ya lo estoy atendiendo y va a estar mejor....
-Se puede hablar con el doctor?
-... Pues si, pero luego lo dejan descansar y ya para en la tarde o noche si está mejor se lo pueden llevar y les doy su medicamento para que se lo den. Si no hasta mañana se los doy!
Gumersindo entró y con la mano impidió el paso a Porfiria, junto con el doctor, Gumersindo estuvo con el niño como 15 minutos y salió Gumersindo de la casa del doctor a paso veloz con una mirada furtiva y las mandíbulas apretadas, Porfiria se preocupó un poco y entró a ver al niño que estaba en cama llorando. El doctor le explicó que el niño contó todo al hombre y este salió de inmediato.
Octavia en la hacienda desayunó y empezó a hacer de comer para esperar a Porfiria y su hermano, preocupada hacia las labores del hogar. En el llano Gumersindo iba a toda velocidad con la camioneta brincando por el accidentado camino, no le importaba, las puertas de las redilas se abrieron y se iban azotando conforme avanzaba, una puerta no soportó el ajetreo y cayó pero Gumersindo no se detuvo, iba como energúmeno buscando por todo el llano acercándose a los cultivos de San José Ovando. A lo lejos vió a quien buscaba! Era el anciano que con escopeta cargada buscaba rastros de alguna presa para cazar.
-OYEME TU JIJO TU CHINGADA MADRE!... PORQUE LE PEGATES UN TIRO MIJO? - Gumersindo gritaba mientras se acercaba amenazante al tipo que con cara recia levantaba su escopeta de manera retadora.
-EL CHAMACO SE PUSO CON QUIEN NO DEBIA! ... NOMAS LE PUSE UN SUSTO! ...
-PONTE CONMIGO CABRON!...-Gumersindo no se detenía, el anciano apuntó a su cuerpo con la intención de disparar, Gumersindo sabía que la carga era para matar una tuza y no un hombre, no se detuvo, solo se limitó a poner sus antebrazos frente a su cara para cubrirse pero sin detenerse, el anciano no pudo esperar más pues lo vio decido a alcanzarlo, disparó y las postas pegaron en esa mole llena de rabia que no se detuvo un solo paso! Gumersindo lleno de pequeños hoyos en antebrazos y parte del pecho y estómago empezó a trotar para alcanzarlo! El anciano asustado empezó a correr pues sabia que no podía cargar lo suficientemente rápido para hacer otro disparo, por lo nervioso no vió una pequeña zanja frente a él y cayó, en lo que se levantaba fue alcanzado por el hombre que tenía por brazos unos maderos con puños de piedra! Lo sometió y en el piso empezó a propinarle una golpiza que cada puñetazo quebraba seguramente un hueso! Gumersindo no paró hasta ver que ese anciano sacó un borbotón de sangre por la boca que momentos antes tenía más dientes. Lo soltó y no quedó más que un despojo de ser humano en el pasto seco teñido de púrpura.
Gumersindo regresó con el doctor ahora con doble propósito! Ver a su hijo y ser ahora otro paciente para el galeno. A grandes rasgos le dijo a Porfiria lo acontecido mientras era curado por el doctor y su enfermera. Porfiria veía los puños con nudillos pelados del hombre y no podía imaginar cómo quedó su víctima. Porfiria no sabía que sentir, si lastima o alegría por lo sucedido. Prefirió pensar solamente en el niño y su bienestar; Era ya de noche cuando el doctor habló con Porfiria.
-El niño ya está bien y el señor también! Solo necesitan no dejar de tomar el medicamento y cambiar vendaje diario, ya me pagó el señor eh! Usted tranquila!
Porfiria alistó su carretilla pues pensaba en llevarse al pequeño cuando el encargado salió y tomó la carretilla y subió a la batea de la camioneta.
-Subase señora! Yo los llevo.
Porfiria movía la cabeza negativamente, ella no iba a subir al vehículo por su fobia de años!
-Ahhh! Que asté no sube verda'?... Tons ora como le hacemos?
-Llevese asté al ñiño y yo me voy caminando!
-Bueno pues! Adelantese que yo le voy alumbrando atrás!
-Ora nooo! Vaiganse y yo llego aluego!
-Agarre camino o llegamos más tarde!
Porfiria empezó a caminar e iba tan rápido como podía mientras el hombre la seguía con luces y con mucha paciencia. Era lo menos que podía hacer por la mujer que le salvó la vida a su hijo.

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