El ajolote es una especie muy peculiar con una serie de características que lo hacen único en el mundo animal. ¿Te gustaría saber más?
Esta especie del mundo animal es un anfibio de la familia de las salamandras  endémica de México.
El ajolote, o axolote, puede alcanzar los 15 años de edad en cautividad con sus cuidados adecuados, aunque hay fuentes que indican que pueden llegar a los 30 años.
Esta longevidad no es la misma en estado salvaje, ya que en su hábitat natural rondan los 5 años de media. Algunas de sus amenazas naturales son los grandes peces lacustres así como aves de presa.
De apariencia frágil, como si de un renacuajo gigante se tratara, este animal tiene unas características físicas que le hacen ser muy distinto al resto de animales; sus ojos son pequeños y no tiene párpados, tronco compacto y cabeza abultada, que puede llegar a alcanzar los 30 centímetros de longitud, si bien su tamaño medio es de unos 15 – 20 centímetros.
Tiene una lengua retráctil, similar a las ranas, y utiliza sus branquias externas que se encuentran a ambos laterales del cuello para respirar; de hecho, los «pelitos» que podemos ver realmente son capilares externos donde este animal hace el intercambio de oxígeno con el agua. Les verás agitar a cada rato ligeramente sus pelitos, y esto lo hacen para mover el agua que les rodea, que ya está poco oxigenada, y renovar la que le rodea.
Además, de vez en cuando les verás salir a la superficie a respirar gracias a los pulmones de los que también dispone, a pesar de tenerlos vagamente desarrollados y, para cerrar el círculo, también pueden respirar a través de su piel.
Hay distintos tipos de ajolotes; habitualmente los encontramos negros o marrones moteados, aunque los albinos y blancos también son relativamente fáciles de encontrar en cautiverio, así como los gold, que son un cruce del Ambystoma Mexicanum con la salamandra tigre, lo que le aporta sus tonos dorados.
La alimentación del ajolote se basa en atrapar a las presas mediante succión repentina, utilizando unos dientes diminutos para retener a su presa y tras esto (y, en ocasiones, una dura batalla), la tragan por completo.
Podría decirse que el secreto de la eterna juventud está en sus genes ya que es una especie neotenia, pues conserva sus características de estado larvario aun después de haber madurado sexualmente y teniendo ya la capacidad de reproducirse.
Solo en raras ocasiones llegan a realizar la metamorfosis y se convierten en seres similares a las salamandra tigre, tras lo cual pueden llegar a salir del agua, pero esto es algo extremadamente raro.
Además, su capacidad regenerativa le hace ser una especie muy interesante para la comunidad científica, ya que tiene la capacidad de regenerar cualquier parte de su cuerpo, tanto patas como cola hasta células cardiacas, médula espinal o incluso neuronas cerebrales.
Si alcanzas a tener un ajolote en un acuario, verás que su comportamiento es peculiar, ya que se mantiene gran parte del día en un estado de letargo o inactivo, saliendo esporádicamente a la superficie a tomar aire, mientras que por la noche se vuelve más activo y es cuando suele cazar.
Tienen la capacidad de identificar campos eléctricos, habilidad que utilizan para cazar a sus presas.
Se comunican mediante señales visuales y químicas, especialmente en época de apareamiento.
Genéticamente hablando, es una de las especies más complejas del mundo animal, ya que cuenta con 32.000 millones de pares de bases de ADN, mientras que el ser humano solo cuenta con 3.200 millones.
Si nos remontamos a su pasado, el ajolote era considerado por los aztecas como la reencarnación del Dios Axólotl o Xólotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl; se dice que éste, para evitar ser asesinado, se introdujo en el agua para ocultarse y terminó convirtiéndose en anfibio.