Hacienda Santiago Ovando

Relato Hacienda Santiago Ovando

Porfiria estaba feliz haciendo tortillas para su hijo, calentando frijoles y matajando chiles y jitomates asados para salsa y poniendo té de hierbabuena en el humeado pocillo de peltre que alguna vez fue azul con puntos blancos, Arnulfo platicaba mucho de su vida y Porfiria sonreía mientras de sus arrugadas manos salían perfectos círculos de masa que parecían resbalar al comal de barro, Arnulfo experimentaba un deja-vu al contemplar el escenario, la cocina no había cambiado casi nada, las mismas canastas, jarros más jarros menos, pero muchos de estos los reconocía, veía la pared y junto a la puerta estaba la misma alcahayata que su hermano instaló hace tanto para colgar un viejo chicote que fue de su abuelo y a ellos les encantaba tronar a modo de juego, en una esquina lo vió tirado ya muy usado y dañando, lo recogió y colgó en su lugar mientras seguía hablando como si quisiera hacer un resumen de años en unas cuantas horas de su vida a su madre.

Julieta entró a la cocina llevando a paso lento a la pequeña Camila que con dificultad subía los dos altos escalones, tomaron asiento en la mesa y Julieta amable y sonriente secunda a su esposo en las pláticas mientras la pequeña jugaba con sus manitas y subía y bajaba de la silla donde su madre la quería tranquila sin lograrlo, así empezó la cena que duró menos de una hora pero la sobremesa se alargó por más de dos.
-Ya vaiganse a dormir mijo!

Nadie tenía sueño pero le hicieron caso y se despidieron para salir e ir a la casita contigua a dormir. Camila disfrutaba la salida y sus padres ya acostados la dejaron que se cansara a la luz de una vela y esperaron para arroparla. A las 4 de la mañana Julieta que era de sueño ligero escucha puertas y gente caminar por el patio y desconcertada le habla susurrando a Arnulfo.
-Arnulfo!.... Arnulfo!!! ... Hay alguien. Afuera!

Arnulfo despertó exaltado y de inmediato se dió cuenta de que pasaba al ver la hora.
-Descansa Julieta! Son las mujeres que van al molino! Es la hora!
-... Y tú mamá también va?
-Posiblemente! Es algo común aquí!...
-Y tu no la acompañas?
-Es cosa de mujeres! Ahhhh! Deja dormir por favor!
-Entonces tu madre irá sola? Cargando la masa? Y dónde está el molino?
-En Erendira como a tres kilómetros!... No voy porque van puras mujeres! Los hombres no somos bien vistos en el molino, les arruinamos el chisme y convivencia...
-Ah mira! Que bonito pretexto para no ir flojo!
-No es flojera! ... Es que...
-Ya no digas nada!... Si no vas por ser hombre según tu, entonces iré yo!
Se levantó, cambió el camisón por ropa abrigadora y salía mientras Arnulfo sentía un poco de culpa pero no podía acompañarla.
Una bufanda cubría su rostro y vió salir a Porfiria de su cocina con una cubeta de metal con unos 3 kilos de nixtamal, se unió a su caminata saludando!
-Buenos días suegra!
-Güenos días!... Si quieres quédate a descansar! Ta' lejos el molino!
-No suegra! Yo voy con usted! La acompaño!
Ambas mujeres se fueron platicando y cuando llegaron a las 8 de la mañana encontraron a Arnulfo esperándolas en el escalón de su cuarto.
-Buenos días! Como les fue?
Julieta estaba sonriendo
-Cansada pero muy divertida! Eso de ir al molino es una muy bonita experiencia!
-Imagino!
-Ni te imaginas amor!
-Pues platicame entonces!...
-Jajajaja! No! No puedo! Se platican muchas cosas ahí y no te puedo contar todo!
-Bueno platicame un poco!
-No! No me insistas!
Porfiria sonreía y entraba en la cocina mientras deja a Arnulfo rogando a Julieta le diga que tanto pasa en ese molino!

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